Grandes Alamedas Siglo XXI
El blog de Luis Casado, kurrante multifacético franco-chileno

  • Las consecuencias económicas de la guerra

    Version française : L’Ukraine : un épiphénomène

    Version française : Les conséquences économiques de la guerre

    Si piensas que el título de esta parida fue inspirado por el célebre texto de John Maynard Keynes “Las consecuencias económicas de la paz” (1919) tienes toda la razón.

    Keynes no se fue por la ramas, aun cuando sus posiciones no le ganaron amigos ni en el aparato burocrático británico ni entre los numerosos ‘halcones’ partidarios de guerras en las que nunca participan.

    Keynes, decidido partidario de la Paz, escribió que el Tratado de Versalles firmado al concluir la I Guerra Mundial (28 junio 1919), no sería sino el fértil terreno del nazismo y el embrión de una nueva guerra. Poco más tarde, la llegada al poder de Adolf Hitler y el estallido de la II Guerra Mundial vinieron a corroborar la certera intuición del gran economista.

    Desde luego hubo (hay) opiniones opuestas. Como la de dos economistas franceses, Antoine Parent y Gilles Vergnon, que en el año 2021 se preguntaron “¿Hay que desacralizar al ídolo?” (Revue de l’OFCE, 171, 2021/1).

    En su artículo escriben:

    “En efecto, revisitamos la lectura canónica y angélica de la obra y la confrontamos, en especial, a una lectura caída en el olvido, la de Étienne Mantoux, que subrayaba en 1946 las aporías y peligros del texto de Keynes. ¿Hace Keynes en The Economic Consequences of Peace (1919) una lectura premonitoria del nazismo o su texto le sirvió a Alemania de pretexto para no pagar el monto de las reparaciones? ¿Keynes (1919) es el vocero del pacifismo o el inspirador de la conciliación y del derrotismo que facilitó el rearme de la Alemania nazi entre-las-dos-guerras?”

    Si uno comprende bien, el culpable de la II Guerra Mundial fue John Maynard Keynes, que fue además un pinche traidor a los intereses de la corona británica. ¿Qué hacía James Bond?

    (Dicho sea de paso, en 1919 un Canciller socialdemócrata, Friedrich Ebert, aplastó la Revolución de Berlín que le puso fin al Imperio y creó la República, masacrando alegremente el movimiento obrero alemán. Ebert hizo asesinar a sus ex compañeros de partido Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo. Para ello no utilizó ni la policía ni el ejército: llamó a milicias de extrema derecha que más tarde se convertirían en las temidas Schutzstaffeln que tu conoces como SS. Decididamente Antoine Parent y Gilles Vergnon, dos revisionistas de la historia, no la conocen. Los socialdemócratas chilenos tampoco: reciben plata de la Fundación Friedrich Ebert).

    La ramplona crítica que Antoine Parent y Gilles Vergnon hacen del texto de Keynes, 102 años después de su publicación, es del tipo “en la medida de lo posible”, y evocan lo que ya escuchamos en Chile: “Esto es lo mejor que se podía lograr”. Su conclusión, escasa de argumentos, es la siguiente:

    “Como quiera que sea, a pesar de las críticas que se le pueden hacer, no había prácticamente ningún otro Tratado posible más que el Tratado de Versalles, y este fue de entrada debilitado por la retirada de los EEUU del dispositivo previsto. Y no había derrota ‘aceptable’ en una Alemania en la que no había la sensación de haber sido derrotados. Como escribió la historiadora canadiense Margaret Mc Millan, ‘los negociadores se encontraron confrontados a la realidad, no con lo posible, se encontraron con lo que era, y no con lo que hubiese debido ser’”. (Op. cit.)

    Una manera muy elegante de consagrar la repartija colonialista del mundo entero, así como el rechazo arrogante de las exigencias de los líderes del Tercer Mundo que fueron olímpicamente ignorados. Entre ellos había un asiático insignificante, pobremente vestido, calzado con sandalias, que se ganaba la vida en París lavando platos en un restaurant. Nadie lo recibió. Ese pobre tipo regresó a su país, para iniciar una de las más largas guerras de liberación de las que se tenga conocimiento derrotando sucesivamente a Japón, a Francia y a EEUU: el mundo lo conoció como Ho Chi Minh…

    Los citados economistas revisionistas mienten. Travestir la Historia es el recurso de quienes no tienen argumentos.

    Si Alemania no pagó las reparaciones exigidas al fin de la I Guerra Mundial (como no pagó las de la II Guerra Mundial…) fue porque sus enemigos, EEUU, Francia y Gran Bretaña, –denunciados por Keynes que era nada menos que el representante del ministerio de Finanzas británico en las negociaciones–, eran codiciosos imperios coloniales que aprovecharon la ocasión para repartirse el planeta, e intentaron desangrar a Alemania –eliminando así un competidor– exigiendo reparaciones financieras demenciales. Eso fue lo que denunció Keynes: el monto de las reparaciones exigidas por EEUU, Francia y Gran Bretaña buscaba poner de rodillas a Alemania, lo que traería consigo consecuencias exactamente opuestas a las perseguidas.

    La lectura del texto de los economistas revisionistas hace sonreír en estos días, cuando Alemania, pretextando la invasión de Ucrania por Rusia, decide hacer lo que hasta ahora le estaba prohibido: rearmarse de nuevo. Solo un ‘economista’ puede alegrarse de ello.

    Carrera armamentista

    He ahí una de las consecuencias de la guerra: una aceleración de la carrera armamentista en Europa, cuyos efectos se prolongarán durante décadas. Para no ser menos que Alemania, Francia –cuyo gobierno le asegura a quien quiera oírle que no hay plata– anuncia un sustancial aumento de sus presupuestos de defensa.

    Justo cuando Europa necesita invertir en Educación, en Salud, en Investigación científica, en infraestructuras, en revertir la desindustrialización que nos dejó sin empleos, sin mascarillas y sin medicamentos ante el Covid. Esta Europa que debe invertir en el bienestar de su envejecida población: la que produjo la riqueza hoy acumulada en pocas manos y en particular en las de los dueños de la industria militar.

    Emmanuel Macron, –que gracias a la movida de Putin se libra de verse confrontado al patético balance de su gobierno–, debe haber tomado nota del informe a la Asamblea Nacional del diputado Jean-Louis Thiériot, miembro de la comisión de la Defensa Nacional y de las FFAA, quien asegura: “En caso de conflicto de alta intensidad, el ejército francés podría encontrarse escaso de municiones” (sic).

    Desde aquí se escuchó la pregunta: “¡Mamá! ¿Qué es un conflicto de alta intensidad?”

    Estos genios siguen pensando en las trincheras de Verdun y en las ofensivas del Chemin des Dames (I Guerra Mundial), o como mucho en la batalla de Kursk (05/07 – 23/08 de 1943), la más grande batalla de blindados de la II Guerra Mundial: nunca oyeron hablar de Hiroshima ni de Nagasaki.

    Sus reflexiones son caricaturales. Los más osados discurren sobre el “uso de armas nucleares tácticas”. Ignoran, o hacen como si ignorasen que ni en la doctrina militar soviética ahora rusa, ni en la doctrina militar estadounidense, no hay lugar para el “uso de armas nucleares tácticas”. La deflagración, si la hay, será total. Y no quedará ni un imbécil para exponer sus estúpidas disquisiciones “nucleares” en el cotorreo cotidiano de la TV.

    Poderosa razón para ser, como Keynes, decididos partidarios de la PAZ.

    Consecuencias inmediatas

    Ellas son caricaturales. Veamos.

    La batalla de Mónaco

    Debo comenzar con una hazaña que persistirá en la memoria de las futuras generaciones junto a las victorias napoleónicas: el pinche principito de Mónaco le impidió zarpar al mega-yate Quantum Blue, propiedad del oligarca ruso Serguei Galitysky, aun cuando este último no es objeto de ninguna sanción europea. Así, Alberto de Mónaco precedió los deseos de sus patrones. Ya lo decía yo: Alberto, gran valor… El almirante Nelson era una alpargata al lado.

    Hablando de botes, Graceful, el yate de 72 metros de Vladimir Putin, estaba en cala seca en Hamburgo antes de la invasión de Ucrania. El 7 de febrero Graceful fue a refugiarse a Kaliningrado, quince días antes del ataque a Ucrania, pasando frente a las narices de los peores enemigos del presidente ruso, sin que nadie osara interponerse.

    Según la aguerrida prensa europea se ha producido una verdadera “caza de yates rusos”, surtos en los más bellos puertos del Mediterráneo visto que –business is business– el dinero no tiene olor. Allí se cruzan los ex comunistas del PCUS que saquearon el patrimonio de la URSS con la asistencia técnica del Harvard Institute for International Development, con sus homólogos yanquis, saudíes, qataríes y europeos, para el bien de las finanzas planetarias.

    ¡Ya no se puede vivir caballero, ya no se puede salir a navegar en la Costa Azul en los lujosos yates que Europa occidental construye y le vende a los oligarcas que saquean a sus respectivos países!

    Bomba atómica financiera

    Por otra parte, la Unión Europea se apresuró en utilizar lo que un ministro francés calificó de “bomba atómica financiera”: excluir a Rusia del sistema SWIFT. De ese modo Rusia no puede realizar transacciones financieras internacionales, ni recibir ni efectuar pagos. Por ahí alguien recordó que la Unión Europea necesita energía –gas y petróleo– de Rusia. Entonces limitaron la “bomba atómica” a las transacciones que efectuamos los pringaos. Gazprom Bank y Sberbank, que venden y cobran la energía, fueron eximidas de sanciones: las multinacionales europeas de la energía suspiran aliviadas.

    Cada día la Unión Europea le transfiere a Rusia unos 700 millones de euros en pago del gas y del petróleo que importa. Consultados de urgencia, los mandamases de Engie y de Total, las dos grandes empresas franceses del rubro de la energía, respondieron: “Si los rusos dejan de enviar gas y/o petróleo, no tenemos solución” (¿por qué te ríes?).

    Por si fuese poco, ¿Te sorprendería saber que, técnicamente, no hay ningún problema mayor para pasar de una plataforma, como SWIFT, a otra? Los rusos tienen plataformas para sus transacciones electrónicas internas (las tarjetas Visa y Mastercard emitidas en Rusia siguen funcionando), y se demoraron 24 horas en integrarse en la plataforma de transacciones internacionales de los chinos.

    La guerra de las galaxias

    Algo mosqueados, los rusos cesaron su colaboración en el ámbito espacial. Ese mismo día la Agencia Espacial Europea (ESA) –la misma que dispone de los observatorios en el altiplano del norte de Chile– se quedó sin cohetes.

    En Kurú (base espacial francesa situada en Guyana) penan las ánimas.

    Peor aun, –esto no se inventa–, un satélite espía francés, el CSO-3, que debía ser lanzado desde Kurú a fines de 2022 por un cohete de tipo Soyuz, fue apeado por los rusos y tendrá que esperar un año la disponibilidad de un cohete de tipo Ariane-6.

    El azar hace mal las cosas… Arianespace, la empresa francesa productora de cohetes, se encuentra en plena migración del cohete Ariane-5 al cohete Ariane-6…

    Masoquismo

    Francia, en particular, es muy sensible a las sanciones aplicadas contra… Rusia.

    Un 80% de la alúmina, –materia prima para la fabricación de 450 mil toneladas anuales de aluminio en Francia–, proviene de fábricas rusas. Ese aluminio es utilizado principalmente en las industrias espacial, aeronáutica, militar, automotriz y de construcción. Si los rusos cesan de suministrar alúmina… ¿qué hacemos, jefe? Le Moniteur, publicación especializada en la industria de la construcción pone el dedo donde duele:

    “… las fábricas de producción de aluminio consumen mucha electricidad. Por ejemplo, para una tonelada de aluminio que se vende en unos 3.100 euros en el London Metal Exchange, hacen falta 14 MWh de electricidad que cuestan 4.800 euros.”

    La electricidad ve aumentar desmesuradamente sus precios en la Unión Europea porque, entre otros, ¡las multinacionales europeas especulan con el gas y el petróleo ruso! ¡¿Cómo diablos vamos a fabricar las armas con las que nos defenderemos de… los rusos?¡ Entretanto, Joe Biden asegura que está considerando seriamente la posibilidad de dejar de comprar petróleo ruso, compras que han doblado de volumen en los últimos meses… (¿por qué te ríes?).

    Si albergas una duda con relación a este tema, mira lo que ponen los titulares de la prensa europea:

    “El mercado eléctrico rompe todos los récords y eleva la presión para que Bruselas desligue su precio del gas – La luz multiplica su precio por ocho en un año, pone en aprietos a hogares y empresas, y dispara la inflación. Este lunes costará 442 euros el megavatio” (El País, Madrid, 06/03/2022)

    Entre ayer y hoy el gas vio subir su precio en un 60%, y debes saber que ya estaba seis veces más caro que hace un año. Los hábiles genios que nos gobiernan le sugieren a la población disminuir su consumo de gas y de electricidad, sin pensar en que millones de hogares ni siquiera pueden pagarlo.

    Bruno Le Maire, el asopado ministro de Finanzas galo, le pide a los franceses “hacer un esfuerzo” y dejar de consumir “energía de confort”. El ministro cuece las habichuelas con fuego de carbón de espino, o se las come crudas. Hay que joderse. Se trata del mismo genio que hace dos días declaró por la mañana que Francia “en esta guerra económica destruiría la economía rusa”.

    Cuando el presidente Macron le dio un tapabocas y un reglazo en los dedos, vino por la tarde a la TV a explicar que no, que no hay guerra, que retiraba sus declaraciones… Putin debe estar muerto de miedo…

    Boomerangs

    Muchas sanciones parecen diseñadas como los boomerangs.

    Rusia alquila 777 aviones de los 980 que utiliza en su transporte interno. Las empresas proveedoras de ese servicio son europeas, la más importante de las cuales es AerCap, sociedad irlandesa que le alquila a Rusia 152 aviones. Ahora bien, la UE le ordenó a esas empresas recuperar todos sus aviones antes del 28 de marzo, visto lo cual tales empresas dejarán de cobrar por sus aviones. ¿Quién pierde? De todos modos, es una “Misión imposible” asegura Ulick McEvaddy, fundador de Omega Air, empresa de venta y alquiler de aviones. «Eso tomará meses», le aseguró al Irish Times.

    Hay más: la UE ordena cesar de mantener tales aviones, y no venderle recambios a Rusia. ¿En serio? Otra particularidad de los aviones que vuelan en Rusia es que están matriculados en… las Islas Bermudas, uno de los numerosos paraísos fiscales de la corona británica (junto a las islas Caimán, las islas Vírgenes, Man, las islas Anglo-normandas, etc.). Bermudas, que tiene unos 70 mil habitantes, cuenta con 900 aviones, mayoritariamente rusos. En un paraíso fiscal su control no es fácil. “Si en Londres, Boris Johnson usa palabras duras contra Vladimir Putin, en el Caribe, el pequeño archipiélago continúa su negocio”, dice el diario francés Ouest-France.

    La lista de las ‘sanciones’ es demasiado larga para ser exhaustivo, pero la ausencia de reflexión y la incompetencia las caracteriza a todas. Por ahí, la Facultad de Letras de una Universidad italiana se propuso dejar de enseñar a Dostoiesvky… La cabeza de su rector debe estar tan confusa como la de Raskolnikov, el triste héroe de “Crimen y Castigo”.

    Consecuencias de largo plazo

    Las consecuencias previsibles a mediano y largo plazo serán atroces: ellas se resumen en el incremento de la concentración de la riqueza producida en las manos de un puñado de oligarcas. En la quiebra de miles de pequeñas y medianas empresas europeas, industriales y agrícolas, víctimas de esta muy curiosa “destrucción creativa”.

    Como dice mi amigo ucranio, el periodista Oleg Yasynsky, “occidente castiga todo lo que no le haga daño a sus propios intereses”.

    Desde hace 40 años vemos aumentar la pobreza en Europa. En un continente que nunca fue más rico en su historia, hay cada año más y más pobres. Los sectores más vulnerables, para utilizar la jerga de los “expertos”, dejan de ser ‘vulnerables’ para convertirse en miserables.

    La inflación, que como todo el mundo sabe es de la responsabilidad de Vladimir Putin, alcanza niveles inquietantes.

    Desde luego el ‘relajo monetario’ que le permitió a EEUU y a la UE emitir billones y billones de dólares y euros sin respaldo desde el año 2008, la especulación financiera generada al calor de tasas de interés negativas, el rescate de Bancos piratas y el fraude fiscal a dimensión industrial organizado por las propias autoridades europeas –por ejemplo en Luxemburgo, ese paraíso fiscal miembro de la UE, cuya evasión fiscal global es equivalente al monto de la deuda soberana de todos los países de la UE– no tienen nada que ver. Putin, una vez más, sirve de cabeza de turco.

    La inflación, tantas veces utilizada por los EEUU y Europa para eliminar sus deudas soberanas… esta vez es mala. Y como es mala, el culpable es, ya lo sabes, Putin.

    Para darte una idea del ritmo de la inflación: las noticias de la mañana señalan que el precio de las viviendas crece tres veces más rápido que los salarios. ¿Hace falta decir que en Francia, uno de los países más ricos del mundo, tenemos millones de ‘mal alojados’? Es decir millones de familias que viven en pocilgas.

    Mientras tanto, los intercambios comerciales entre Rusia y China aumentan a una velocidad inimaginable, acentuando la configuración del espacio económico Euroasiático ya descrito en POLITIKA, en la pluma de Pepe Escobar.

    Acabo de recibir un despacho de La Tribune (07/03/2022), segunda publicación financiera francesa:

    “Las exportaciones chinas hacia Rusia se disparan: las perspectivas de cooperación futura son inmensas» (Pekín).

    Europa deja de ser relevante. Su voz no le importa a los EEUU, que consideran la UE como un protectorado. Por mucho que chillen Macron, Scholz y otros líderes europeos, carecen de la dimensión, de la envergadura y de la independencia necesaria.

    La prueba: EEUU anuncia que estudia la posibilidad de “prohibir la importación de petróleo ruso”. ¿Prohibirle a quién? ¡A la Unión Europea! Scholz sabe de quien depende la economía alemana, por eso manifiesta públicamente su rechazo a la prohibición de consumo de gas y petróleo ruso. Hay como fritura en la línea de comunicaciones de los siervos europeos y el patrón yanqui.

    Mientras tanto, EEUU le vende su gas a China y a Corea del Sur, a precios aun más altos que los que la UE le paga hoy a Noruega, Rusia, Argelia y Qatar (Qatar, que dicho sea de paso financia a los integristas islámicos de Al Quaida y otros movimientos armados responsables del terrorismo en Europa).

    Ya ves: la lucha por la libertad y la democracia tiene sus detallitos…

    Yo, a mi modesto nivel, abogo por la PAZ. Tengo la debilidad de pensar que la OTAN (nombre tras el cual se disfraza el poderío militar de los EEUU) tiene mucho que ver en TODAS las últimas guerras: Afganistán, Irak, Irán, Libia, Siria, Malí, Yemen, Yugoslavia, Ucrania…

    A mí no me convence el manido argumento que dice que Putin se volvió loco. Coincido –una vez no es costumbre– con Donald Trump, quien dice “Sabemos que Putin es inteligente. Lo que pasa es que nuestros líderes son estúpidos”.

    A mis ojos Rusia no debe ser considerada como el enemigo de circunstancias que justifica la existencia de la OTAN y del protectorado norteamericano.

    La PAZ es posible en Europa, si una Conferencia de Paz y Seguridad toma en cuenta los intereses de cada país europeo, incluyendo a Serbia y a todos los países de los Balcanes, a los países del Báltico, a la Unión Europea, a Rusia, a Ucrania, e incluso la colonia inglesa de Irlanda del Norte. ¿Ah Boris?

    A los mediocres ‘líderes’ que nos trajeron a esto, a todos ellos sin excepción, del Atlántico al Ural como decía Charles de Gaulle, les pueden dar morcilla.

  • Ucrania: un epifenómeno

    Version française : L’Ukraine : un épiphénomène

    Version française : L’Ukraine : un épiphénomène

    Esopo se equivocaba al afirmar «La insignificancia es garantía de seguridad». Por el contrario, los débiles, los miserables, suelen ser utilizados como carne de cañón. Lo peor: siempre hay sicarios que, voluntariamente, hacen de guaripolas

    Sé que el título le provocará erisipela a algunos amables lectores. Solo les pido leer lo que sigue. Merece la pena.

    La guerra en curso tiene, como todo, una génesis. Una genealogía. Para descubrir sus raíces hay que cavar profundo. La memoria colectiva, aseveró Tony Blair, conocido politicastro europeo, no va más allá de un par de semanas.

    EEUU entró en la II Guerra Mundial algo tardíamente, y hay controvertidas teorías acerca del porqué. Unos dicen que era útil esperar que los contendientes europeos se destruyeran mutuamente antes de venir a socorrer la victoria, otros que la población estadounidense –sin olvidar a sus oligarcas– no veía con buenos ojos inmiscuirse en los asuntos de un mundo que les caía lejos.

    Winston Churchill supo lo que le costó convencer al Senado, a la Cámara de Representantes, y al propio Roosevelt, para entrar en guerra. Algún historiador señala que EEUU provocó, o facilitó, o incitó, el ataque a Pearl Harbour solo para justificar ante la opinión pública una decisión que preveían ampliamente impopular.

    EEUU aun no salía de la Gran Recesión, y nadie sabía que la guerra sería la palanca mágica que crearía todos los empleos y la actividad industrial que proyectarían a EEUU a la cabeza de la economía mundial. Y de paso al control militar de buena parte del mundo.

    La intervención estadounidense no fue free of charge: eso de que no existen almuerzos gratis ya formaba parte de la filosofía local. La factura enviada más tarde al Reino Unido, a Alemania, a Rusia y otros países europeos fue muy salada.

    Pero esa no fue la única consecuencia: gran parte de Europa tuvo que seguir albergando, amablemente, las tropas estadounidenses. En algunos casos hasta el día de hoy. Quienes llamaron las cosas por su nombre, como Charles de Gaulle, lo definieron como “un protectorado”. Europa es “un protectorado” estadounidense, o sea, claramente, una colonia.

    Si te caben dudas, el costo para Alemania de los 32 mil soldados del Imperio estacionados en su territorio fue de mil cien millones de dólares en la década 2010-2019. No lo digo yo: lo dijo el ministerio de Finanzas alemán, respondiéndole a Brigitte Freihold, diputado al Bundestag. Y Alemania puede alegar que otros países de Europa pagan aun más caro.

    Como quiera que sea, EEUU gasta más en defensa que los 29 países aliados en la OTAN. Tú dirás que es normal, visto que el Imperio es EEUU. No obstante, Donald Trump se tomó la libertad, en Bruselas, de decirle a esa manga de manos de challa que tenían que pagar más precisando que 23 de los 29 estaban atrasados en el pago de sus miserables contribuciones (https://www.youtube.com/watch?v=2Cm8Su-bbmw).

    EEUU paga hasta hoy el 70% del presupuesto de la OTAN: sus gastos militares cuentan por 3,4% de su PIB, mientras sus ‘aliados’ apenas superan el 1% de los suyos. No resulta difícil saber quien manda en esta curiosa ‘alianza’.

    Hubo más. En agosto de 1944, tuvo lugar en Bretton Woods (EEUU) una reunión destinada a resolver cuestiones económicas, y principalmente monetarias: contrariamente a lo que sugirió John Maynard Keynes –una moneda de reserva internacional, el bancor– EEUU se las arregló para imponer el dólar como divisa planetaria.

    Para desarmar las reticencias europeas ante tal desmesurada ventaja (Valéry Giscard d’Estaing, entonces ministro de Finanzas galo, en 1964, la bautizó un privilegio exorbitante, pero fue Charles de Gaulle quien popularizó la expresión) EEUU se comprometió a respaldar las emisiones de dólares con sus reservas de oro.

    Pero… con el considerable gasto generado por la guerra de Vietnam, y la creciente competitividad de los países europeos y de Japón, EEUU constató por la primera vez en el siglo XX un déficit comercial. Nixon decidió pues, el 15 de agosto de 1971, abandonar la convertibilidad del dólar en oro. Desde entonces el mundo produce todo lo necesario, incluso lo superfluo, mientras los EEUU emiten los dólares para comprar lo que les sale de las narices.

    Como apuntó un trader neoyorquino: “El dólar es nuestra moneda, ¡pero es vuestro problema!” Otro charlatán, Milton Friedman, declaró muerto de la risa: “No le debemos nada a nadie: nuestra deuda está expresada en dólares, y los dólares los fabricamos nosotros”. Paul Volcker, que en esa época (1969-1974) era subsecretario de Asuntos Monetarios en el ministerio de Finanzas (Treasure), contó entre carcajadas que le pidieron un discurso para anunciar el abandono de la paridad oro: “Pasé toda la noche imaginando un discurso pidiendo excusas ante la peor derrota de nuestra economía en toda su Historia. Cuando llegué a la Casa Blanca al día siguiente, me dijeron: ¡Es un triunfo boludo! Ahora podemos hacer lo que nos de la gana”.

    ¿Qué es esto sino la clásica definición de un Imperio?

    Esta realidad no era del gusto de todos los europeos, en particular de Charles de Gaulle, quien, al llegar al poder por la segunda vez, en una conferencia de prensa del 21 de febrero de 1966, anunció que Francia abandonaría el comando militar de la OTAN. ¿Por qué? Mon Général expuso cinco razones:

    “En razón de la evolución interior y exterior de los países del Este, el mundo occidental ya no está amenazado como lo estuvo en la época en que fue organizado el protectorado americano en Europa, bajo cobertura de la OTAN”.

    “La Rusia soviética se dotó, después, de una potencia nuclear capaz de golpear directamente los EEUU, lo que indetermina, por lo menos, las decisiones americanas en cuanto al empleo eventual de sus bombas, y por lo tanto privó de justificación –hablo en nombre de Francia– ciertamente no la alianza, pero sí la integración (en la OTAN)”.

    “Los conflictos en que entra EEUU en otras partes del mundo, como antes de ayer en Corea, ayer en Cuba, y hoy en Vietnam, corren el riesgo de tomar –en virtud de la famosa escalada– una extensión tal que de allí podría salir una conflagración general. En este caso, Europa, cuya estrategia es, en la OTAN, la de los EEUU, se vería automáticamente implicada en la guerra aunque no lo quisiera”.

    “Además, nuestro país, que se transformó por su lado y por sus propios medios en una potencia atómica, está llamado a asumir él mismo las muy extensas responsabilidades políticas y estratégicas que trae consigo esta capacidad y que su naturaleza y sus dimensiones hacen evidentemente inalienables”.

    “En fin, la voluntad de Francia de disponer de ella misma, voluntad sin la cual cesaría rápidamente de creer en su propio rol y de poder ser útil a otros, es incompatible con una organización de la defensa en la cual se encuentra subordinada”.

    “En resumen, se trata de restablecer una situación normal de soberanía, en la cual lo que es francés, en tierra, en el cielo, en el mar y en sus fuerzas, y en todo elemento extranjero que se encuentre en Francia, dependerá solo de las autoridades francesas…”

    De Gaulle no podía ser más claro: Francia no puede ser un protectorado de una potencia extranjera.

    En el Consejo de Ministros del 9 de marzo de 1966, un miércoles por la tarde, Charles de Gaulle fue aún más claro, cuando, solemne, le dijo a sus ministros:

    “¿Quién cree aún en la amenaza de una invasión soviética? Mientras tanto, los americanos ya están aquí…” (L’Express. 13 de marzo de 1966).

    El lunes 7 de marzo, Maurice Couve de Murville, ministro de RREE francés, había convocado al Quai d’Orsay a Mr. Charles Bohien, embajador de EEUU, para entregarle un mensaje personal del Presidente de la República francesa al presidente Lyndon B. Johnson: era la notificación oficial de la decisión francesa que, por cortesía, fue informada antes que a nadie al presidente yanqui. Francia se retiró, no de la Alianza, sino de su organización militar. Al mismo tiempo Francia pidió abrir negociaciones bilaterales para fijar las modalidades de su cooperación ulterior con los países interesados.

    Desde entonces Europa, –ahora la Unión Europea–, no ha definido su política de defensa. Ahí están las raíces del drama ucranio. Las veleidades francesas contribuyen a complicar las cosas. Nicolas Sarkozy, pasándose el ejemplo de De Gaulle por el Arco de Triunfo, decidió que Francia reintegrase la organización militar de la OTAN (3-4 abril 2009) y desde entonces los militares franceses están, en la OTAN, bajo mando estadounidense.

    Pregunta: En caso necesario… ¿quién da la orden de lanzar las armas nucleares francesas? De entrada ¿Qué es un caso necesario? Por ejemplo una agresión rusa contra Lituania, país que está en la OTAN. Siguiendo las reglas, Francia debiese usar todo su poderío militar para castigar al intruso, obedeciendo órdenes de generales estadounidenses. ¿Queda claro? Los estatutos de la OTAN no indican qué hacer si, -no lo permita el Todopoderoso-, nos envían un enjambre de misiles atómicos de vuelta.

    Europa, la Unión Europea, ya se dijo, no tiene competencia en materias militares. Cuando Úrsula von der Layen, en su incomparable estulticia, propone comprar armas para dárselas a Ucrania, olvida que nadie en la UE puede tomar tales decisiones. No tenemos ejército, y por lo tanto no tenemos presupuesto de defensa. Úrsula von der Layen, y el muy irresponsable Josep Borrel (que fuera un radical enemigo de la OTAN) proponen una malversación extremadamente ilegal de fondos europeos. El senador Yves Pozzo di Borgo (ver más adelante) estima que se trata de un golpe de Estado institucional: la Comisión Europea no tiene ninguna competencia en materia de defensa.

    Cierto, cada cierto tiempo uno u otro líder se refiere al tema de la defensa europea, las más de las veces para ganar votos, y después entierra –una vez más– toda referencia a la independencia de Europa en materia militar. De ese modo, por defecto, la OTAN devino el paraguas defensivo de decenas de países que, por una parte se ahorran cientos de miles de millones de dólares, y por la otra se hunden en la dependencia a la voluntad de EEUU.

    El último responsable europeo en mencionar esto, –¿porqué ahora?–, fue Emmanuel Macron, en su discurso del 02 de marzo pasado. Tal vez la única novedad de su discurso fue esto:

    “Nuestra Europa, en este trance, demuestra, como lo ha hecho estos últimos meses, una unidad encomiable. Ella debe aceptar ahora pagar el precio de la paz, de la libertad, de la democracia. Ella debe invertir más para depender menos de otros continentes y poder decidir por ella misma. En otras palabras, transformarse en una potencia, más independiente, más soberana”. (sic)

    Europa es un “protectorado”. Ya lo dije y lo repito. Lo dice Macron, con palabras encubiertas que no engañan a nadie. Europa debe “pagar el precio de la paz, de la libertad, de la democracia.” ¿Quién paga hasta ahora? Europa “debe invertir para depender menos de otros continentes”… ¿Por qué no decir claramente de los EEUU? Macron cae en el ridículo más completo cuando sugiere que Europa debe ser “más independiente, más soberana”. Esto es como el embarazo. Una mujer no puede estar “más embarazada”. O lo está, o no lo está. Europa no es ni independiente ni soberana porque no puede “decidir por sí misma”, Macron dixit. Europa es un protectorado americano.

    De los 27 países que forman parte de la UE, 14 aun tienen problemas fronterizos, para no mencionar Irlanda del Norte, una colonia inglesa en territorio irlandés, ni el peñón de Gibraltar que de tiempo en tiempo crea problemas entre el Reino Unido y España, ambos miembros de la OTAN. Menos aun el conflicto entre Turquía y Chipre. Turquía es miembro de la OTAN, sin embargo dividió la isla por la fuerza e instaló un país ficticio –Chipre del norte– que no es reconocido sino por Turquía. ¿Quién se inquietó? De paso, mencionemos el conflicto fronterizo entre Grecia y Turquía, una vez más ambos miembros de la OTAN, y la venta de aviones de guerra franceses a Atenas para intimidar a Ankara. Mejor aun, en medio de esa disputa, hace unos meses Francia envió sus aviones a patrullar por cuenta de Grecia, contra Turquía. Tampoco olvidemos los Balcanes. En junio, eso parece, los serbios de Bosnia planean declarar su autonomía para unirse a Serbia. Serbia, país bombardeado por la OTAN y despedazado para crear otro país ficticio, Kosovo, que ni siquiera los países de la UE –como España– reconocen.

    Como puede verse, Ucrania dista mucho de ser un caso único. Sin embargo, la OTAN ha rechazado sistemáticamente abordar la cuestión de las fronteras así como la cuestión de la seguridad en Europa. Líos que se arrastran desde el término de la II Guerra Mundial en 1945 y desde la desaparición de la URSS en 1991.

    En 1989, el muy maleable Gorbachov aceptó la disolución del Pacto de Varsovia, y la única condición que le exigió a su ‘amigo’ George Bush Sr. fue que ninguno de los países que lo habían conformado entrasen en la OTAN. Sabemos que Bush y su Secretario de Estado James Baker le aseguraron que eso nunca ocurriría. Sin embargo, poco después esos países ingresaron en la OTAN. “Ese fue el gran error”, dice el senador francés Yves Pozzo di Borgo, vicepresidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado de 2004 a 2017. En el año 2008, dice Pozzo di Borgo, Putin estaba muy enfadado con ese tema. En Budapest, hubo una reunión entre Merkel, Sarkozy, Putin y Bush. En esa ocasión Putin le dijo a Sarkozy: “Si tu aceptas lo que quiere Bush, que Georgia y Ucrania entren en la OTAN, tendremos una guerra”. Pozzo di Borgo continúa: “Y Sarkozy fue muy claro (al responder): de ninguna manera, ni Ucrania ni Georgia entrarán nunca en la OTAN”.

    “¿Porqué hubo el lío en Crimea?”, pregunta Pozzo di Borgo, y él mismo responde: “¡Porque la OTAN quería instalar una base militar en Crimea!”

    Sorprende constatar que ahora nadie se acuerda de lo que precede. Los despreciables e ignorantes periodistas tarifados se hacen un placer en señalar que eso “nunca existió”.

    El mismo Pozzo di Borgo, político centrista, afirma que las sanciones contra Rusia no tienen ningún asidero legal. Que es la ONU, no los EEUU, quien puede imponer sanciones, pero que los EEUU presionan a la Unión Europea para aplicar sanciones que le cuestan más caro a Europa, y en particular a Francia, que a Rusia. Las sanciones, explica Pozzo di Borgo, no respetan el derecho internacional: “Somos siempre los ‘caballitos’, los telegrafistas de los americanos. Sabemos bien que desde 1945, el derecho internacional no lo han respetado muy a menudo los americanos”. Y agrega: “Solo contribuimos a incrementar las tensiones.”

    Es el momento de señalar que Putin, buscando razones para invadir Ucrania, echó mano a la crítica de los… bolcheviques, y muy en particular de Lenin. Es la Política de las Nacionalidades de Lenin, dice Putin, la que creó un lote de países que no habían tenido existencia legal hasta entonces. Su interpretación de la Historia es antojadiza. Ya he tenido la oportunidad de señalar que era la época del colonialismo más descarado, criminal y ladrón. Colonialismo de los EEUU, de Alemania, de Francia, de Bélgica, de los Países Bajos y de Japón, quienes, en ese entonces, no le querían imponer la democracia a nadie.

    Los bolcheviques, estimando que no podían utilizar el ‘derecho imperial’ zarista para crear la Unión Soviética, inscribieron en su Constitución (1924) el derecho de cada país a separarse cuando lo estimase necesario. La integración de cada país en la URSS debía ser pues una decisión voluntaria. Ahora Putin estima que de ese modo se crearon repúblicas ficticias, y que conviene reintegrar esos territorios a Rusia. Tal interpretación es tan descabellada que por poco ‘occidente’ no sale en defensa ¡de Lenin!

    Como sabemos, Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, murió el 21 de enero de 1924, pero estuvo ausente desde agosto 1918, cuando Fanny Kaplan, militante esserista, le alojó una bala en el cuello, cerca de la cabeza.

    Culpar a Lenin de eliminar toda posibilidad de colonizar las repúblicas soviéticas, he ahí un curioso argumento. Por lo demás, no hace falta ser un erudito en sovietología o en bolchevismo para saber que quien redactó las tesis para la Política de las Nacionalidades no fue Lenin, sino Stalin. La adopción de ese texto intervino más tarde, cuando Lenin ya no podía debatir con nadie.

    Más tarde, los crímenes de Stalin hicieron pasar piola los crímenes del colonialismo: los tartufos que repiten hasta la náusea que Stalin fue un criminal, alzan el tono para que a nadie se le ocurra siquiera mencionar un siglo de luchas independentistas que fueron reprimidas salvajemente. Entre quienes lograron expulsar a los colonialistas estuvieron la India y Pakistán, al precio de millones de víctimas, y por cierto Vietnam, Laos y Camboya. ¿Algo que decir al respecto señores defensores de la libertad y la democracia?

    Pero volvamos a lo nuestro. El epifenómeno Ucrania.

    La evolución política, económica, financiera, militar, cultural y diplomática hace que el célebre Nuevo Orden Mundial anunciado por George Bush Sr. se vaya disipando como la neblina: lenta pero seguramente. El control militar, económico y financiero logrado por EEUU al terminar la II Guerra Mundial va aflojando. No desaparecerá mañana, pero no volverá a ser lo que fue. En el Pentágono, y en lo que Donald Trump llamó el “deep government”, se estrujan la mollera para diseñar estrategias que refuercen un dominio que se va perdiendo.

    Desde ese punto de vista, habrá que decirle adiós al monopolio de la gestión de las transacciones financieras que hoy –quieras que no– pasan por New York. El dólar, progresivamente, va perdiendo su exclusividad como moneda de intercambio comercial, y como moneda de reserva.

    La primacía militar del Imperio sufrió su primera derrota significativa –si exceptuamos la guerra de Corea del 25 junio 1950 al 27 de julio 1953– en Vietnam. Eso fue un trauma no solo para el aparato político estadounidense, sino también para su estructura militar incluyendo a sus soldados, abandonados a su triste suerte una vez la guerra terminada.

    De ahí en adelante, la población de EEUU no parece muy inclinada a ver morir sus hijos en guerras que tienen lugar en sitios ignotos, con nombres que el yanqui medio no logra ni siquiera pronunciar. Los soldados del Imperio, objeto de tanta película de Hollywood, suelen ser negros, asiáticos o chicanos. ¿Quién quiere morir por Dniepropetrovsk? Ya nadie quería morir por Kabul…

    Entonces, en medio de este mambo, surgen peones como Ucrania, con el perdón. País en el que prevalece –lo dice la prensa europea– una corrupción endémica ante la cual la corrupción chilena pasa por la probidad absoluta. En donde los EEUU estimularon con mucho éxito a grupos ultraderechistas, con raíces en las huestes que se sumaron a las tropas nazis durante la II Guerra Mundial, y que tienen ansias de revancha. ¿Nazis? ¿Qué nazis? Preguntan los expertos y los periodistas tarifados.

    Los que vemos en toda Europa, Francia incluida, y que nadie puede negar. Y en Ucrania, en donde durante más de una década se dedicaron –como el batallón Azov– al terrorismo contra la población rusoparlante. Unos 14 mil muertos, hombres, mujeres y niños. Esos muertos de ayer no disculpan los muertos de hoy. Pero es una inmensa canallada ocultarlos.

    Como es una canallada negar el carácter fascista de Vox en España. O del “zemmourismo” en Francia. O el neo nazismo del Nationaldemokratische Partei Deutschlands (NPD) y/o de Alternative für Deutschlands (AfD) en Alemania. O de los fascistas italianos que controlaron el gobierno con la Alianza Nazionale y la Lega Nord de Umberto Bozzi. Neonazis estuvieron en el gobierno austríaco. Y están en el gobierno polaco, y aun en otros gobiernos supuestamente democráticos europeos. ¿Qué nazis? Esos nazis que la emoliente democracia europea tolera a veces por oportunismo, a veces por miedo.

    Esa fue la razón, o el pretexto, de Putin para invadir Ucrania. Por mucho menos que eso los EEUU invadieron Panamá. Y Granada. Sin que ningún tartufo osara abrir la boca. Por unos pinches ingenios de caña de azúcar los EEUU intentaron invadir Cuba en abril de 1961, y así les fue. Nadie, ningún defensor de la libertad y la democracia dijo ni pío. Las invasiones del Imperio no molestan: son parte del Orden Mundial.

    ¿Qué potencias se alzarán en el siglo XXI para disputarle a EEUU la primacía planetaria? Es frecuente mencionar a China. Pero también hay potencias regionales que se hacen cada vez más molestas. Pakistán, la India, Irán… Rusia, que siempre fue un actor global.

    Que nos guste o no nos guste es otro cuento. Que Europa acepte ser un protectorado, una colonia estadounidense, es asunto de cada país europeo visto que la ‘nación europea’ no existe. Aún así, ni EEUU ni Europa, ni siquiera juntos, son todo el planeta.

    Ucrania disponía de un PIB del orden de 156 mil millones de dólares el año 2020, y es uno de los países más pobres de Europa, que cuenta con unos cuantos países miserables. Eso, según las pinches estadísticas que se practican en Chile, da unos US$ 3.700 per cápita. Chile, ese año, anunciaba un PIB per cápita de US$ 13.230…

    La deuda externa de Ucrania, según la prensa europea, es del orden de US$ 57 mil millones. Aprovechando tanta declaración de solidaridad, el presidente ucranio Volidimir Zelinski pidió la anulación de esa deuda. Millones de ansiosas miradas se vuelven hacia el FMI y el Banco Mundial que, muy seguramente, no más tarde que mañana, accederán a la solicitud de Zelinski. ¿Cabe alguna duda?

    Como quiera que sea, el PIB de Ucrania representa menos del 0,1% del PIB de la Unión Europea. Si lo subrayo no es por restarle importancia, sino para explicar por qué, además de las razones ya expuestas, Ucrania es un epifenómeno. EEUU y la Unión Europea están dispuestos a combatir hasta el último ucranio. Pero, como dijo y repitió Joe Biden… no enviarán soldados.

    Vaya mi conmiseración hacia los millones de ucranios, los millones de rusos y los millones de europeos que pagaremos el pato de esta boda. En medio de las sanciones aplicadas a Rusia, destacan sobre todo las excepciones que protegen los negocios de las multinacionales: el gas, el petróleo, la alúmina, la banca y los diamantes rusos que siguen invadiendo EEUU y la Unión Europea.

    La especulación está en su apogeo, y nadie, NADIE, desea perder esta ocasión de hacer un buen negocio. Ni siquiera Arabia Saudí, país extremadamente democrático, amigo de Francia y aliado de los EEUU, que se niega a producir más petróleo para estabilizar el precio: habría que ser muy idiota.

    La solidaridad, como la caridad, empiezan por casa.

    Foto: Daniel K. Cheung, en Unsplash

  • Ucrania: ¿cual es el (jodido) problema?

    Version française : L’Ukraine : un épiphénomène

    Deutsche Fassung: Ukraine: Was ist das (verdammte) Problem?

    Los «expertos» dedicados a echarle leña al fuego hacen nata, o más bien NATO. La guerra, digan lo que digan, sirve los intereses de los EEUU, ¡que venden armas en Europa que es un gusto! Es necesario ponerle fin a las agresiones, comenzando por ese armatoste dedicado a llevar guerras a todo el orbe: la NATO, OTAN, o como le digan.

    Según Hélène Carrère d’Encausse, –secretaria perpetua de la Academia Francesa, ‘inmortal’ (como llaman a los miembros de la Academia) ella misma, rusa de origen y conocedora de la Historia de Rusia–, cuando la URSS se desmoronó en 1991 quedaron millones de ciudadanos rusos y de otras nacionalidades viviendo en el país equivocado (Hélène Carrère d’Encausse – La Gloria de las Naciones. París, 1990).

    Fue una de las serias consecuencias de la Política de las Nacionalidades aprobadas por los bolcheviques en los albores de la Revolución Rusa.

    Lo que se transformaría en la URSS estaba compuesto por quince Repúblicas Soviéticas, en el interior de las cuales había 20 Repúblicas Socialistas Soviéticas Autónomas (RSSA) de las cuales diéciseis en la Federación Rusa, dos en Georgia, una en Azerbaïdjan y una en Uzbékistan, amén de ocho Regiones Autónomas y diez Distritos Autónomos.

    Vladimir Putin haría bien en leer las obras de Carrère d’Encausse, para evitar decir sandeces a propósito de Lenin, a quien acusa de ser el creador de repúblicas artificiales –como Ucrania– que hoy se transforman en peones de los intereses Imperiales.

    En 1917 las grandes potencias disponían de colonias en el mundo entero. El poder soviético no podía nacer sino al precio de reconocerle a cada cual, en la Constitución, su derecho a la independencia y a su libre determinación. Su integración en la URSS fue voluntaria. Cuestión de principios. Los principios, un tema que hoy le provoca risas tontas a la mayor parte de los mediocres que nos gobiernan.

    El ensayo que definió la Política de las Nacionalidades de los bolcheviques no lo escribió Lenin, como Putin pretendió en una de sus declaraciones, sino Iosif Visarionovitch Zhugashvili, entonces conocido como Koba, y que más tarde se haría famoso como Stalin. Entretanto Putin rectificó su error, pero su visión apocalíptica del poder revolucionario sigue allí. Es una de sus debilidades.

    Aprovechando el impulso, Putin debiese leer la biografía de Lenin de la misma Carrère d’Encause. No porque sea la más completa ni la más erudita –lejos de ello– sino porque la autora pone de manifiesto que el periodo de tiempo durante el cual Lenin pudo ejercer su autoridad entre bolcheviques muy dados al debate, al cuestionamiento de la cuestión y a encontrarle cinco patas al gato, fue muy breve: de octubre de 1917 al 30 de agosto de 1918 (día en que atentaron contra su vida y le metieron una bala en la cabeza): ¡ni siquiera un año!

    Durante casi un siglo los poderes coloniales –EEUU, el Reino Unido, Francia, Alemania, España, Portugal, Países Bajos, Bélgica, Japón, etc.– reprimieron sangrientas guerras de liberación con millones de muertos y horrendos crímenes contra la Humanidad, Historia convenientemente borrada con el fin de autoedificarse una reputación de defensores de la libertad y la democracia, que es la pomada que venden ahora. Atrás quedan los asesinatos de Ben Barka, Thomas Sankara, Lumumba, Um Nyobè, Moumié, Boganda y muchos otros.

    Que Ucrania estuvo siempre ligada a Rusia es un hecho: Rusia, Bielorrusia y Ucrania encuentran su cuna en Kiev. Quienes liberaron todos esos territorios de la dominación Mongol fueron los rusos (1480), gracias a lo cual los ucranios de hoy no tienen los ojos achinados. A los periodistas ignorantes que sostienen que Ucrania no tiene nada que ver con Rusia habría que preguntarles de dónde salieron Nikita Krutchtchev y Leonid Brezhnev, esos atroces comunistas que ‘occidente’ combatió con tanto fervor en su día.

    Putin pretende que Lenin creó artificialmente Ucrania, en un esfuerzo por echarle la culpa de una política de principios gracias a la cual centenares de grupos étnicos vivieron en paz y armonía en lo que fue la URSS, y viven aun hoy tranquilos en la Federación Rusa. No hubo discriminación racial ni étnica como la que practican los EEUU con los negros, chicanos, latinos, japoneses, italianos y otros grupos nacidos de la inmigración o del comercio de esclavos.

    Pero, como cuenta Carrère d’Encausse, en 1991 millones de rusos quedaron dispersos en el inmenso territorio y en centenares de regiones, así como cientos de miles de chechenos, turkmenistanos, kirguizios, tártaros, letonios, lituanos, estonios, georgianos, kazajos, armenios, ukranios, bielorrusos y aun otras nacionalidades, portadores de costumbres religiosas diversas y variadas: judíos, cristianos, musulmanes, luteranos, etc. En todos los sitios hubo familias plurinacionales. La cuestión residía pues en cómo garantizarle a cada cual los derechos ciudadanos de los que, bien o mal, había disfrutado en la URSS.

    Ahí empezó a chivarse el tema. Algún reciente país independiente, de aún más reciente democracia, practicó una suerte de limpieza étnica con las nacionalidades que le producían erisipela, comenzando por los rusos. Mala cosa cuando tienes a Rusia al lado.

    Fue lo que hizo el gobierno de Ucrania después del golpe de Estado del 2014… estimulado por lo que un periodista francés llamó ayer “las mentiras de EEUU, tendientes a hacerles creer que podían entrar en la OTAN”.

    Y ya estamos en líos: Rusia invade Ucrania. La TV europea hace lo de siempre: invitar una jartá de “expertos” y periodistas tarifados para condenar a Rusia, tratar a Vladimir Putin del nombre del puerco, anunciar apocalípticas sanciones, proferir amenazas y sugerir las más descabelladas reacciones.

    Un “experto” sugirió “cerrar el Mar Negro” (sic). Debe haber estudiado geografía en Google Map, pero se le puede perdonar visto que es un “experto”, o sea un irresponsable (dicho sea de paso, hoy por la mañana un diario galo publica una entrevista a un general francés que asegura que Argelia dispone de armamento ultra moderno, con el que es capaz de cerrar el Estrecho de Gibraltar…)

    El que se pasa de rosca –y este sí tiene responsabilidades– es el ministro francés de Exteriores: visto que Putin declaró que respondería a eventuales sanciones con el máximo rigor, Jean-Yves Le Drian –un tránsfuga ‘socialdemocrata’– en un patético intento de mostrar que él la tiene más larga, declaró “Nosotros también tenemos armas atómicas” (resic). Se supone que nosotros, parisinos, debemos suspirar aliviados: nuestra incineración nuclear intervendrá al mismo tiempo que la de nuestros vecinos moscovitas. Magro consuelo.

    Entretanto, Joe Biden constata con placer que los objetivos de EEUU se van cumpliendo: fortalecer el control que el Imperio ejerce sobre casi toda Europa, forzar a Rusia a una demostración de fuerza, asustar aún más a sus vasallos europeos, y de pasada, como si nada, debilitar la economía de Alemania, Francia, Italia y España: un detallito, simple víctima colateral de “la agresividad del oso ruso”. ¿Quién gana?

    Por el petróleo y el gas no hay que preocuparse, los EEUU disponen de las cantidades necesarias (a precio de oro, es verdad), producto del fracking que contribuye a cargarse el planeta pero a quién diablos le importa la ecología “cuando se trata de proteger la libertad y la democracia”?

    Que nadie se llame a engaño. No estoy apoyando a Putin. Gracias a la TV europea estoy en el mundo de Mickey: la Humanidad se divide en buenos y malos. Mickey es bueno. Del otro lado están los Chicos Malos. Imposible equivocarse. Yo, desde luego, estoy con Mickey, porque soy bueno.

    ¿Cómo no estarlo? Hubert Védrine, ministro de Relaciones Exteriores de François Mitterrand, responsable a ese título del genocidio de los Tutsis en Rwanda (7 de abril – 17 de julio de 1994) en el que 800 mil hombres, mujeres y niños fueron asesinados a machete con el concurso del ejército francés, Hubert Védrine digo, hombre de experiencia, sugiere “hablarle directamente a los rusos” para que abandonen a Putin. Hay patadas en el culo que se pierden… pero Védrine también está del lado de Mickey… (esto lo denunció un alto oficial del ejército francés que estuvo en Rwanda en esa época).

    El desastre ocasionado en Ucrania por el golpe de Estado patrocinado por EEUU, que le entregó el poder a un hato de neonazis (2014) fue tan tremendo que hubo que apaciguar el tema. De ahí surgió el Protocolo de Minsk, firmado por Ucrania, Alemania, Francia y Rusia (05/09/2014). Ese Protocolo obligaba a Ucrania –entre otras cosas– a cesar la represión y la persecución de su población rusoparlante. ¿Te sorprendería saber que el gobierno ucranio se pasó esos acuerdos por el Arco de Augusto sin que ningún occidental reaccionara? Ya sabes: “La defensa de la libertad y la democracia” tiene sus cosas…

    Luego, EEUU, por medio de su brazo armado, la OTAN, le dejó entender a Ucrania que podía integrarse en el Pacto Militar para estar bien protegida. Entretanto, si en 31 años el PIB de Ucrania se redujo a la mitad, es un detalle. Nadie la quiere en la Unión Europea, sino en la OTAN, porque –ya se dijo– “La defensa de la libertad y la democracia” tiene sus cosas… La carne de cañón se recluta entre el pobrerío…

    Todo esto fue repetido una y otra vez por Putin en innumerables comparecencias públicas, pero… ¿a quien le importa una ex-potencia cuyo PIB es inferior al de Italia? (argumento repetido en bucle en la TV europea) De modo que la extensión de la OTAN continuó como si nada.

    Putin anunció claramente que eso provocaría una reacción rusa, y la única sorpresa es que haya tardado tanto: Mickey sabía. En fin, yo mismo, que soy amigo de Mickey, lo escuché muchas veces en boca de Putin (basta mirar la TV rusa…), y supongo que los ‘servicios de inteligencia’ occidentales también. Ayer un periodista galo dijo exactamente lo mismo en un canal de TV. Hoy ya no está allí, tal vez porque “La defensa de la libertad y la democracia” tiene sus cosas…

    A estas alturas, en un desesperado intento de ayudar a Mickey, me hice la pregunta del millón:

    Finalmente: ¿Cuál es la solución al (jodido) problema?

    ¿Provocar aún más a Rusia? Como hizo un ectoplasma llamado Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, quien afirmó que “mientras más Rusia combata a la OTAN, más OTAN tendrá en sus fronteras”…

    De paso te cuento que Stoltenberg, un hijito de su papá, ni hizo su servicio militar, ni dispone de arco ni de flechas: Stoltenberg le sirve el café a los generales yanquis cuando vienen a controlar la limpieza de los locales en Bruselas. Un socialdemócrata que confiesa ser ‘fan’ de Bob Dylan.

    Rusia (Vladimir Putin, Serguei Lavrov, Serguei Shoigú…) han repetido hasta el cansancio que sus siniestras intenciones consisten en convocar una Conferencia de Seguridad Europea en la que se pueda negociar y garantizar la seguridad de todos y cada uno de los países europeos, incluyendo desde luego a Rusia.

    En modo tal que nunca más la OTAN pueda bombardear una capital europea, como bombardeó Belgrado en 1999.

    En modo tal que nunca más la OTAN pueda despedazar un país como Yugoslavia, y desgajar un territorio serbio para crear un Estado artificial a su antojo, como ese chiste de Kosovo.

    Los rusos son Chicos tan Malos que ni siquiera exigen que ‘occidente’ cese de organizar guerras en África, como cuando Francia y Gran Bretaña, con el concurso de EEUU, bombardearon Libia en el 2011. O como cuando juntos bombardearon Siria durante cinco años, con el concurso de 20 países asociados a la OTAN. O como Francia, que mantuvo una guerra durante 14 años en Malí, desde donde acaba de ser expulsada. Ni organizar golpes de Estado como en Burkina Fasso, en donde Francia hizo asesinar a Thomas Sankara. Para ahorrar espacio no volveré sobre la guerra en Afganistán, ni en Iraq, ni en Irán, ni en Yemen, ni en Somalía… Y tampoco, desde luego, sobre los innumerables golpes de Estado en América Latina.

    De modo que mi respuesta a la pregunta ¿Cuál es la solución al (jodido) problema?, es muy sencilla.

    Abandonar la OTAN. Construir nuestra defensa europea para no seguir siendo vasallos de EEUU. Parar las guerras. TODAS las guerras. Organizar una Conferencia de Seguridad y de Fronteras en Europa para TODOS los países europeos. Considerar que la seguridad de los demás es parte de la seguridad propia. Terminar con la venta indiscriminada de armas a diestra y siniestra. Reanudar el diálogo con Rusia. Pensar en nuestros propios intereses.

    Desde luego existen alternativas: seguir cacareando insultos todo el día. Mirarse en el espejo y encontrarse cara de Estatua de la Libertad. Pedirle a EEUU que nos siga apapachando. Lanzar un par de bombas atómicas para ver qué pasa…

    Visto desde ahora, Stanley Kubrick no estaba tan majareta cuando realizó su película “Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb”

    Solo nos falta el incomparable Peter Sellers… porque los imbéciles partidarios de la guerra ya están aquí.

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